jueves, 16 de julio de 2015

Las agencias de publicidad y las campañas presidenciales

Si Usted quiere ganar una elección presidencial, tiene que pagar millones para contratar una agencia de publicidad. Esos hombres y mujeres entrenados en el arte de convencer le van a indicar qué decir, cómo, cuándo y dónde, le van a mandar a un peinador y tendrá que practicar hasta el aburrimiento su mejor sonrisa. Los estudiosos de cómo ganar los votos de Juan y María y José le van a decir si es conveniente admitir que Usted era Peronista o comunista en su juventud universitaria, que fumabas majuana, que tiene un amante, que de economía sabe menos que un estudiante secundario; le van a aconsejar sobre la conveniencia de ocultar o no los viajes que Usted hace cada verano a Miami, los muchos dólares que tiene debajo de su colchón…

Dato curioso. En Argentina, los agentes de publicidad casi siempre son de otro país. A saber: El gurú de Mauricio Macri es Jaime Durán Barba, de Ecuador; Sergio Massa ha contratado a Sergio Bendixen, de Perú; José de la Sota en cambio trabaja con Joao Santana, de Brasil; Daniel Scioli organiza su campaña presidencial con James Carville, de los Estados Unidos de América y Ernesto Sanz ha llamado a Ignacio Varela, que trabajó para el expresidente de España Felipe González.

Queda una pregunta en el aire: ¿Qué sucede cuando un político ha sido elegido? Es común seguir trabajando con la misma agencia, pero muchas veces hay roces o bien se contratan a varias agencias para solucionar los múltiples conflictos que un presidente tiene que resolver. Pero además en la mayor parte de las democracias modernas, el poder presidencial tiene que llevar a cabo verdaderas batallas con los lobbies, asesores y grupos de interés.


¿Será por eso que entre las promesas de campaña y la realidad política de las oficinas y rincones oscuros del poder existe un camino largo, sinuoso y lleno de abruptos regresiones que para los votantes son mentiras?   

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